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Miden entre 6 y 7 cm, pesan 25 gramos y fueron encontrados en 1990 en la cueva de Caifás, el sumo sacerdote que condenó a Cristo a la cruz. El geólogo que mejor los ha analizado nos explica su singularidad
En un parque en el sur de Jerusalén nadie presta atención al tubo verde que sale de las profundidades de la tierra y de la historia. Obras realizadas en este lugar en 1990 hallaron una cueva funeraria judía del siglo I. Las inscripciones de dos de los 12 osarios revelados por la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) apuntaban a que pertenecía a Caifás. Treinta años después, el misterio gira en torno a dos pequeños clavos vinculados a esta tumba familiar del sumo sacerdote judío y quizá, supu
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